Saturday, February 20, 2010

¿Qué fue lo que me condujo a este desequilibrio emocional?



_Bueno vine a verla(lo) porque me siento mal, uhmm no duermo bien en las noches y lloró mucho… Ay॥no tengo ganas de nada_…más o menos así suele ser la confesión de muchos y muchas que asisten al psiquiatra en busca de sanación a sus dolores del alma।

Y está bien, que las personas tomen el toro por las astas y se decidan pedir auxilio cuando realmente lo necesitan, en ese sentido claramente hay “pacientes” que necesitan esa pastilla para calmar su ansiedad o sus crisis…sin embargo, me parece algo peligroso cuando las personas se quedan ancladas en el medicamento, el cual se convierte en prácticamente su salvación para funcionar por meses y años incluso.

No quiero decir que no sea necesario tomar pastillas, en muchos casos es crucial sobre todo en circunstancias límites, (que los expertos podrán aportarme ese dato) pero si considero trascendente que junto al tratamiento farmacológico, el sujeto tenga la bendita posibilidad de realizar esa introspección ya sea con la asistencia de un especialista (psicólogo, terapeuta o un amigo de confianza), que los inste a preguntarse ¿qué está ocurriendo en mi vida? ¿Qué fue lo que me condujo a este desequilibrio emocional?., etc.
Como decía el cientifico Albert Einstein, “nunca hay que dejar de hacerse preguntas”.

En el fondo como decía un conocido, las personas siempre sabemos la causa de nuestras desdichas o dolores, conversar con algún amigo de confianza. Insisto, en la comunicación con otros nos vamos autodescubriendo, van emergiendo reflexiones que nos hacen sentido...
Por ello si en verdad anhelas la sanación, es vital que te armes de valor y decidas hacer ese trabajo interno.

A veces resulta más fácil y “expedito” evadir los problemas, las penitas o frustraciones con el copete, las drogas o las pastillas, que son tan adictivas como los estupefacientes, entre paréntesis, si un ser humano anda desequilibrado o con carencias, se puede hacer adicto a cualquier cosa, a la comida, al sexo, a los juegos de azar, al dinero, y sigue una larga lista…
El o ella buscan saciar esa carencia afectiva, artificialmente llenándose de cosas materiales, de comida, alcohol, o de lo que sea.

El punto es que una pastilla te ayuda a calmar el síntoma o la crisis, pero si en definitiva no hacemos ese cara a cara con nosotros mismos, la tragedia moral va a seguir anclada en nuestras vidas, punzándonos….claro puede que el problemita “se duerma por un tiempo o se atonte” pero siempre con la posibilidad de volver a despertar, por eso no permitamos que el miedo o la cobardía nos impida hacer el camino del autoconocimiento….vale la pena hacer el esfuerzo y jugársela por estar sanos de la cabeza y medianamente tranquilos, o en paz. Un estado que más se parece a la felicidad.

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