Relaciones adultocentricas en Seminario sobre la prevención de la violencia en jóvenes universitarios UdeC

Otro de los expositores del Primer Encuentro para la Prevención de la Violencia en Jóvenes Universitarios antes mencionado, fue el sociólogo Claudio Duarte, quien sostuvo que cuando se ataca la dignidad de un individuo, lo denigro, lo castro o lo deshumanizo, es decir lo maltrato.

En ese sentido, postula que si descalificó a una persona por su pinta, por su forma de pensar, por la religión o el partido político que profesa entre otros aspectos, claramente no lo estoy aceptando tal como es, en definitiva no tolero que sea diferente.
Según Duarte hemos crecido en una sociedad donde no se acepta la diferencia, al que es distinto o distinta se le sanciona, se le teme, se le rechaza, se le ridiculiza, se le humilla, etc. Así no hay cabida para la diversidad.

El individuo ve al diferente y lo ataca, no siempre de un modo directo con el golpe o el alzamiento de voz, lo que llama la atención es que muchas veces la agresividad se disfraza de “buena onda”, explica el investigador.

Sin duda un aspecto importante, a su juicio, son las relaciones adultocentricas que ocurren en la actualidad especialmente en el ámbito universitario, o donde existe brechas generacionales, en que el profesor mayor, el jefe, o la persona con más experiencia tiene la última palabra. Éste aprueba o reprueba una decisión, decreta lo que es normal o anormal, etc., y muchas veces no se toma en cuenta la opinión de los jóvenes no se les escucha o no se les da crédito. (lo que también es una provocación a la violencia)

Estos adultos son seres autoritarios, y el resto los ve como dioses, pues nunca se equivocan, a la larga ese es un peso tremendo para ellos. Si se trabajase en comunidad o en equipo seria distinto y constructivo para la organización en general. En que tanto adultos como jóvenes aportaran con sus visiones y habilidades. De esta forma estos directivos, jefes o profesores se sacarían un peso de encima, al sentirse liberados, pues ya no sentirían la presión de no tener que equivocarse y de mostrarse siempre duros y perfectos.